Los Ángeles Custodios es una congregación religiosa que, desde su fundación en 1824, se ha dedicado a la educación y formación de niños y jóvenes en España y en varios países de América Latina.

La congregación fue fundada por Santa María Micaela del Santísimo Sacramento en Valencia, España, con el objetivo de ofrecer una educación integral a niños y jóvenes en situación de vulnerabilidad y riesgo social. María Micaela, conocida por su dedicación a los más necesitados, inspiró a un grupo de mujeres a unirse en esta misión de amor y servicio a los demás.

Hoy en día, Los Ángeles Custodios cuenta con presencia en varios países de América Latina, como Argentina, Colombia, Ecuador, México y Perú, donde continúan con su labor educativa y social, brindando oportunidades de formación a niños y jóvenes de escasos recursos.

La congregación se enfoca en la promoción de una educación de calidad, basada en valores humanos y cristianos, que contribuya al desarrollo integral de la persona. A través de sus escuelas, colegios y centros de formación, Los Ángeles Custodios ofrecen una educación que fomente el crecimiento personal, la solidaridad, la responsabilidad social y el compromiso con la justicia.

Además de su labor educativa, la congregación también se dedica a la asistencia social, apoyando a familias en situación de vulnerabilidad, brindando atención a personas mayores, enfermas o con discapacidad, y trabajando en la promoción de la dignidad y los derechos humanos.

Los Ángeles Custodios se distinguen por su compromiso con los más necesitados, su entrega desinteresada y su labor silenciosa pero eficaz en favor de la justicia y la solidaridad. Son verdaderos ángeles guardianes, que día a día inspiran con su ejemplo de amor, servicio y dedicación a los demás.

En resumen, la congregación de Los Ángeles Custodios es un testimonio vivo de la presencia de Dios en el mundo, a través del servicio a los más necesitados y la promoción de una educación humanizadora y transformadora. Su labor en favor de la justicia social y la dignidad de las personas los convierte en auténticos mensajeros de esperanza y amor en un mundo necesitado de solidaridad y fraternidad.